domingo, 4 de mayo de 2014

Storytelling: construyendo una historia desde la sensibilización

No puedo dejar pasar de lado los graves acontecimientos que están sucediendo en Sudán del Sur, un país joven, el país más joven del planeta, que proclamó su independencia de Sudán el 9 de julio de 2011. Son pocas, muy pocas, las noticias que nos llegan de allí a este lado del planeta, y cuando los medios deciden nombrarlo lo hacen de manera superficial, sin analizar las causas.
El país sufre desde el pasado diciembre de 2013 una fuerte ola de violencia étnica y que, según el secretario general adjunto de la Misión de la ONU en Sudán del Sur, el país africano se encontraría al borde de la peor epidemia de hambre en África desde la década de 1980, cuando centenares de miles de etíopes murieron a causa de inanición.

Siento una debilidad especial por este país después de haber trabajado, vivido y compartido dos años de mi vida en él y con su gente, por eso ayer en Jóvenes 4.0 quise "construir una historia de ejemplo y sensibilización", poniendo el foco en las madres sursudanesas.

El conflicto ha detenido prácticamente la producción agrícola y desplazado de sus tierras a 800.000 personas, y eso teniendo en cuenta que el acceso a los recursos en el país ya era escaso. Según la ONU, los dos próximos meses son cruciales para el país y requerirían unos 230 millones de dólares en ayuda internacional.

No comparto la opinión de los que dicen que debemos centrarnos en nuestros problemas y de que cada uno se responsabilice de lo suyo; considero que todos deberíamos comprometernos con los problemas globales que en muchos casos tienen raíces comunes. Pero incluso dejando el altruismo de lado hay una cuestión clara; si los gobernantes y empresarios de nuestros países, estos del mal llamado “primer mundo”, van allí en busca de recursos y negocios (en especial el petróleo en el caso de Sudán del Sur), también debemos exigirles responsabilidad ante este tipo problemas y evidentes necesidades.

Dos días importantes han acontecido esta semana: el día del trabajo y hoy, día de la madre. Haciendo honor a las “madres trabajadoras" construyo una historia ayudada de Stella, madre trabajadora sursudanesa. Ésta es una breve historia sobre su vida, la que yo vi y me contó cuando estaba allí:

Stella tiene 28 años y es madre de cuatro hijos, el último tiene apenas unos meses, por eso siempre le lleva con ella a la espalda. Como madre africana, quiere tener mucha descendencia y le gustaría tener más. Sabe, además, que algunos de ellos morirán de bebés o de niños antes de los cinco años (aunque no sea por desnutrición, lo será por enfermedades como la malaria o falta de acceso al agua saludable).

Stella tuvo suerte, pudo ir a la escuela de niña, pues la mayoría de sus amigas y vecinas nunca lo hizo y por eso no saben ni leer, ni escribir, ni entienden el idioma oficial, el inglés; no hablan más que el idioma tribal de manera muy básica.

Por eso Stella ayuda ahora en la escuela de primaria de su comunidad y tiene un pequeño trabajo allí. Ella cuenta su historia a otras mujeres y es un ejemplo para ellas, animando a las jóvenes a no abandonar la escuela. Muchas de las niñas lo hacen porque tienen que cuidar a sus hermanos, ya sean porque son huérfanos, porque sus padres estén trabajando, o porque la familia les exija que se casen de niñas.

Stella, además, asiste en ocasiones a las clases de alfabetización de mujeres que se han puesto en marcha por las tardes. Madres todas, asisten a diario a las instalaciones de la guardería, muchas con sus hijos a la espalda, después de un día duro de trabajo arreglando y limpiando la casa, o en el mercado vendiendo cualquier guiso que hayan elaborado, o cuidando de sus hijos y el de otras, pues se van turnando cada día… 








En el colegio, los profesores y asistentes sociales, como Stella, cuentan sus historias, son grandes narradores. A través del teatro, que también les encanta, sensibilizan a las niñas y niños de los problemas del matrimonio precoz y la falta de educación.

Stella, además, asiste en ocasiones a las clases de alfabetización de mujeres que se han puesto en marcha por las tardes. Madres todas, asisten a diario a las instalaciones de la guardería, muchas con sus hijos a la espalda, después de un día duro de trabajo arreglando y limpiando la casa, o en el mercado vendiendo cualquier guiso que hayan elaborado, o cuidando de sus hijos y el de otras, pues se van turnando cada día… 





Sonreiríais al ver cómo a veces dejan a los niños tranquilitos en un rincón -en una esterilla en el suelo, apenas lloran, apenas se percibe su presencia- mientras ellas repasan la lección y aprenden a leer y escribir con entusiasmo.


Un ejemplo precioso de conciliación de vida familiar y laboral. No tan diferente del que muchas veces vemos aquí… cada vez más veo más madres trabajadoras que hacen malabares para que todos los aspectos de su vida, personales y profesionales, estén en orden.

¡Feliz día de la madre!



Autora: Marta García Rubio

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